Juego de cachorros: qué es, cómo funciona y por qué no es lo que creés

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Cada vez más visible gracias a las redes sociales, el juego de cachorros (o puppy play) se abre paso desde los márgenes del BDSM hacia espacios más amplios de exploración emocional, identitaria y comunitaria. Pero ¿qué es realmente? ¿Y por qué hay tanto interés —y tantas confusiones— al respecto?

Del fetiche al bienestar emocional
Lejos de las ideas erróneas que lo asocian con la bestialidad, el juego de cachorros es una dinámica de rol dentro del BDSM donde una persona adopta el papel de “cachorro” y otra, el de “cuidador” o “manejador“. Esta relación no siempre tiene un componente sexual: puede ser platónica, lúdica, emocional o afectiva.

Los cachorros pueden usar máscaras, collares o simplemente entrar en un “estado mental” más simple, libre de estrés, donde pueden sentirse cuidados, seguros y relajados. Es una forma de escapismo, pero también de conexión auténtica con uno mismo y con los demás.

Dinámicas de poder y consentimiento
Como en todo el BDSM, el consentimiento es la piedra angular. Las relaciones entre cachorros y cuidadores se basan en acuerdos claros, límites definidos y confianza mutua. El poder que se cede no es absoluto ni incondicional: es una elección consciente, negociada y reversible.

El BDSM permite subvertir jerarquías sociales impuestas y crear nuevas formas de intimidad desde el consentimiento. Es un espacio donde muchos procesan traumas, se empoderan o simplemente juegan

Más allá del sexo: una comunidad diversa
Aunque el juego de cachorros puede tener un componente sexual, muchas veces es solo una vía de expresión emocional o social. Cachorros como Stretch o Oli_The_Pup cuentan que ponerse la capucha los ayuda a combatir la ansiedad, conectar con otros o vivir experiencias de afecto sin juicio.

Incluso hay espacios seguros no sexuales,  donde personas interesadas en la dinámica pueden socializar, jugar o simplemente sentirse parte de una comunidad.

El rol del cuidador
El cuidador o handler tiene una función similar a la de un dominante, pero con un enfoque de cuidado y responsabilidad. Su objetivo no es controlar, sino guiar, proteger y crear un ambiente donde el cachorro pueda expresarse libremente.

“Ser adiestrador es cuidar de una comunidad, no solo de los que te entregan su collar”.

Cómo iniciarse en la escena
Para quienes deseen explorar esta práctica, la recomendación principal es: ir con calma. Buscar espacios seguros, informarse, dialogar con otros miembros de la comunidad y, sobre todo, no sentir vergüenza por el deseo de jugar.

“Me llevó años encontrar mi manada”, cuenta un cachorro, “pero la tranquilidad y la felicidad que encontré me cambiaron la vida”.

Fabian S.
Fabian S.
CEO y fundador de cordobagay.com. Me interesa todo lo relacionado a recursos humanos, el turismo y el marketing digital. Soy Consultor de Social Media con experiencia en diversas plataformas de comunicación digital. Consultor / asesor en proyectos apuntados al segmento LGTBIQA+

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