Dos hombres que huyeron de Turkmenistán denunciaron públicamente los horrores que vivieron por ser homosexuales: torturas, violaciones, encarcelamiento y castigos inhumanos como parte de una campaña de represión sistemática hacia la comunidad LGBT+ en ese país.
Según sus testimonios, ambos fueron capturados por autoridades locales y sometidos a torturas físicas y sexuales con el objetivo de forzar confesiones o “confesiones” sobre su identidad. Uno de ellos describió cómo fue violado y golpeado reiteradamente en instalaciones clandestinas controladas por el régimen.
Turkmenistán, uno de los estados más herméticos y con políticas represivas, mantiene ley penal que sanciona relaciones entre personas del mismo sexo, además de normativas que autorizan intervenciones arbitrarias por motivos de “moralidad pública”.
Ambos refugiados lograron huir del país y, con riesgo para sus vidas, decidieron contar su historia con nombres falsos para proteger su identidad. Aseguran que su escape fue una odisea, y que viven con temor constante a que agentes del Estado los capturen nuevamente o los persigan en el extranjero.
En sus testimonios resaltaron que la violencia estatal no solo apunta contra su orientación, sino contra su dignidad humana, pretendiendo someterlos mental y emocionalmente.
¿Qué revela este caso?
La persecución LGBTQ+ en Turkmenistán no es anecdótica: es una política de Estado con graves violaciones a derechos humanos.
Estos relatos muestran que las leyes represivas acompañan prácticas de abuso sistemático, sin que haya mecanismos reales de defensa interna.
La visibilidad internacional de estos casos puede presionar para que organismos de derechos humanos actúen con urgencia.