Guía completa sobre darkrooms

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Los darkrooms, también conocidos como backrooms o playrooms, son espacios de penumbra o completa oscuridad, ubicados generalmente dentro de clubes, bares o saunas, donde se busca sexo anónimo, espontáneo y sin etiquetas. Aunque a primera vista parezcan tierra de nadie, funcionan con reglas propias que garantizan el respeto, el consentimiento y la libertad de quienes participan.

Un poco de historia: del silencio a la liberación
La existencia de espacios para encuentros sexuales entre hombres tiene siglos. En el siglo XVII, en el Reino Unido, funcionaban las llamadas Molly Houses, que ofrecían un refugio clandestino para hombres queer en una época en la que la homosexualidad era ilegal. Con el paso del tiempo, estos espacios evolucionaron en formato y función, pero siguieron cumpliendo un mismo propósito: permitir a las personas vivir y explorar su sexualidad al margen del juicio social.

Durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente después de los disturbios de Stonewall y el auge de la liberación sexual, los darkrooms ganaron protagonismo como espacios de placer y rebeldía gay. También enfrentaron estigmas y críticas durante la crisis del VIH/Sida, lo que obligó a repensar la relación entre deseo, salud sexual y comunidad.

Cómo moverse (y no meter la pata) en un darkroom
Si es tu primera vez en uno de estos lugares, hay algunas cosas que tenés que saber. Primero, no es obligatorio hacer nada: entrar no significa que das consentimiento automático. Al contrario, en estos espacios el consentimiento es corporal, dinámico y, muchas veces, silencioso.

Algunas reglas clave:
Nada de celulares ni cámaras. Está absolutamente prohibido grabar o sacar fotos.
El lenguaje es el cuerpo. Si alguien te toca suavemente y no devolvés el gesto, entiéndase  como un “no”.
No hablar
(mucho). El silencio es parte del código: genera ambiente y evita incomodidades.
Higiene ante todo. Llevar preservativos, lubricante y toallitas es parte del combo de autocuidado y respeto.

No es no, y punto. Si alguien insiste o invade tu espacio, retirate.

Sexo anónimo ≠ sexo sin respeto
El hecho de que muchas veces no conozcas el nombre, la historia o la cara de quien está frente (o detrás) tuyo no significa que no haya consentimiento, cuidado y responsabilidad emocional. La ética del darkroom no está escrita, pero sí es clara: cada cuerpo es un territorio que debe explorarse con permiso.

Algunos lugares, como clubes en Berlín, Madrid o São Paulo, tienen códigos visuales (pulseras, colores de luz o zonas delimitadas) que ayudan a identificar preferencias, límites o incluso disponibilidad. Informarse antes de ir es parte de la experiencia.

¿Por qué siguen existiendo?
Porque siguen siendo válidos. Para muchxs, estos espacios ofrecen una forma de escape, libertad y exploración sin etiquetas ni apps. También hay quienes los ven como un acto político: habitar espacios de deseo queer, colectivamente y sin culpa, sigue siendo una forma de resistencia.

Fabian S.
Fabian S.
CEO y fundador de cordobagay.com. Me interesa todo lo relacionado a recursos humanos, el turismo y el marketing digital. Soy Consultor de Social Media con experiencia en diversas plataformas de comunicación digital. Consultor / asesor en proyectos apuntados al segmento LGTBIQA+

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