En una era donde las aplicaciones de citas dominan la escena del romance, la Generación Z está desafiando las expectativas. Según una reciente encuesta, el 77% de los jóvenes de esta generación ha conocido a su pareja actual en persona, lejos del mundo digital.
Este sorprendente dato revela una tendencia clara: el amor “a la antigua” está resurgiendo. Lugares como universidades, bares, eventos sociales y hasta el transporte público están reemplazando a las apps como Tinder o Grindr en la búsqueda del amor verdadero.
Además, el estudio muestra que muchas personas jóvenes ya no encuentran tan atractiva la idea de “swipear” a desconocidos. Prefieren encuentros orgánicos, donde la conexión sea más profunda y auténtica desde el inicio. Este giro romántico no solo humaniza las relaciones, sino que también refleja un cambio en los valores y prioridades afectivas de una generación que ha crecido completamente online.
La Generación Z está apostando por lo tangible, por las miradas que se cruzan en una fiesta, por las conversaciones espontáneas y por las emociones que no dependen de una pantalla.
Este fenómeno no solo desafía la lógica del mercado de las citas digitales, sino que también invita a repensar cómo concebimos las relaciones en un mundo cada vez más conectado, pero quizás menos humano.