Las redes sociales han transformado la forma en que nos vinculamos, pero también han dado lugar a nuevas dinámicas tóxicas. Una de ellas es el orbiting, una práctica cada vez más frecuente, especialmente entre los jóvenes de la Generación Z.
¿De qué se trata? El orbiting ocurre cuando alguien corta la comunicación directa con una persona —dejando de responder mensajes o evitando encuentros— pero sigue interactuando con su vida digital: ve sus historias, reacciona a sus publicaciones o da “me gusta” en sus fotos. Es como permanecer “en órbita” alrededor de alguien, sin acercarse ni alejarse completamente.
Los expertos advierten que esta conducta puede tener efectos emocionales negativos. Para quien lo sufre, el orbiting genera confusión, expectativas falsas y dificultades para cerrar capítulos emocionales. Además, muchas veces se interpreta como una forma de manipulación o de mantener el control emocional sobre la otra persona sin asumir un vínculo real.
Esta tendencia pone de manifiesto la importancia de establecer límites claros en el mundo digital y reconocer cuándo es necesario desconectar para proteger la salud mental.
En tiempos donde estar “presente” en la vida virtual parece sencillo, el verdadero desafío sigue siendo construir vínculos genuinos y respetuosos.